El desgaste emocional, experimentado durante el último año, empieza a pesar en el ánimo de quienes se sienten cansados. Los expertos ponen nombre a este cansancio emocional: fatiga pandémica.
Factores que influyen en el desgaste emocional
Estas son algunas de las variables que la producen:
1. Esfuerzo prolongado. El distanciamiento social ha marcado un punto de inflexión en las relaciones personales. La fatiga eleva la sensación de impotencia. Sin embargo, la persona puede cuidar de sí misma, ocuparse de su bienestar y fomentar su desarrollo personal. Además, la sociedad ha experimentado un proceso de adaptación al cambio marcado por el aprendizaje de nuevas rutinas. La tristeza prolongada, unida a otros factores, puede derivar en una depresión. Por este motivo, es importante pedir ayuda especializada.
2. Sobreinformación. La información constante sobre las noticias relacionadas con la pandemia ha sido un hecho habitual. En ocasiones, surge la frustración al conocer que existen personas que no son tan responsables en el cumplimiento de las recomendaciones. El coronavirus es un tema que no solo ha estado presente en los medios de comunicación, sino también en las conversaciones con amigos.
3. Miedo y preocupación por la salud. Puede surgir el temor a que la enfermedad afecte a familiares o seres queridos cercanos.
4. Sensación de falta de control. La nostalgia del pasado puede intensificarse en el contexto de la nueva normalidad marcada por la incertidumbre. La persona observa el futuro a corto y largo plazo, pero no encuentra un punto definitivo en el calendario en el que todo vuelva a ser como antes.
5. Soledad. Algunas personas han experimentado el duelo por la muerte de un ser querido. Otras echan de menos los abrazos de familiares a los que no ven desde hace tiempo. La soledad puede hacer acto de presencia en estas circunstancias difíciles. Por ejemplo, muchas personas mayores vivieron el confinamiento sin compañía en casa.
6. Estrés, preocupación y tensión. Los adultos están inmersos en un proceso que no han vivido nunca de esta forma. La suma de los factores enumerados hasta el momento describe el estrés al que está expuesto el ser humano. Además, la inestabilidad profesional y aquellos proyectos que quedaron en pausa también forman parte de la situación que atraviesan algunos trabajadores.
¿Cómo prevenir la tristeza y la depresión?
Todo lo vivido ha aportado importantes aprendizajes, pero también ha supuesto la necesidad de elevar la resiliencia y el desarrollo personal. En definitiva, la fatiga epidémica produce emociones desagradables, genera desánimo y agotamiento.

Son muchas las circunstancias externas que la persona no puede controlar. La realidad actual es la que es, por compleja que resulte después de tantos meses. Este estado de agotamiento influye en la perspectiva de un nuevo día y en la forma de afrontarlo. La tristeza es uno de los síntomas que acompaña a este cansancio emocional. Si la persona no escucha aquello que siente, es decir, si ignora sus necesidades de este momento, puede experimentar un empeoramiento en su estado de ánimo.
El cuidado de la salud mental es esencial para incrementar el bienestar y el optimismo en la situación actual. Existen aspectos externos que condicionan la vida de cada persona en este escenario. Y conviene responder ante aquello que sucede con capacidad de adaptación al cambio. Cualquier ser humano, además de los profesionales sanitarios, pueden sentirse vulnerables. Por esta razón, es tan importante acudir a terapia para recibir ayuda especializada. El espacio de la consulta ayudará a la persona a centrarse en sí misma, es decir, a escuchar sus emociones y sus sentimientos.
En definitiva, el desgaste emocional produce malestar. Pero este desgaste puede superarse y afrontarse con el apoyo especializado.